En su discurso anual ante el parlamento de la Unión Europea (UE), Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, anunció algo que puede cambiar el mercado automovilístico del Viejo Continente: se plantean tomar medidas para frenar la avalancha de coches chinos.
La UE es consciente de la importancia que tienen este tipo de vehículos para cumplir sus objetivos medioambientales, pero podría poner límites: “Europa está abierta a la competencia, pero no a una carrera hacia abajo”.
Añadía la presidenta de la Comisión Europea que ahora “los mercados mundiales están inundados de coches eléctricos más baratos, que mantienen sus bajos precios de forma artificial gracias a enormes subvenciones estatales”.
Tal y como apunta Reuters, entre 2016 y 2022, los subsidios estatales chinos para coches eléctricos e híbridos ascendieron a 57.000 millones de dólares. Esto, según la consultora AlixPartners, hizo posible que China se haya convertido en el mayor productor mundial de estos vehículos y que, en el primer trimestre de 2023, haya superado a Japón como mayor exportador.
Las cifras no dejan lugar para las dudas. La Asociación de Vehículos de Pasajeros de China (CPCA) desveló que las exportaciones de China aumentaron un 31% en agosto. La Comisión Europea, por su parte, apunta que la participación de este país en las ventas de coches eléctricos en el Viejo Continente ha subido un 8% y podría alcanzar el 15% en 2025.
Producir coches más baratos
A nadie se le escapa que, a medida que la competencia se intensifica en China y baja el crecimiento interno, los fabricantes chinos de vehículos eléctricos han intensificado sus esfuerzos para expandirse en el extranjero.
Las marcas europeas, mientras tanto, son conscientes de que para borrar el liderazgo chino en el desarrollo de modelos más baratos, sólo hay una vía: producir, también, coches eléctricos de menor precio. Hay que tener en cuenta que desde Bruselas aseguran que los modelos chinos suelen ser un 20% más baratos que los fabricados en la UE.
Esa medida ya ha sido adoptada por algunas marcas como Renault, que el pasado mes de julio anunció su objetivo de reducir en un 40% los costes de producción de sus eléctricos para que, en consecuencia, baje el precio final. Lo mismo ha hecho Tesla: ha recortado los precios varias veces este año, a pesar de que este movimiento ha afectado sus márgenes.